Breve historia de un libelo
"Correo" es el nombre de un popular libelo de circulación nacional.
libelo.
(Del lat. libellus, librillo, escrito breve).
1. m. Escrito en que se denigra o infama a alguien o algo. [Fuente: RAE]
Mucha gente lo considera un periódico, pero la verdad es que no lo es. Y he aquí un post para argumentar "mi espontánea posición", como escribió Vallejo alguna vez. Lo que haré entonces será plasmar un breve listado de las acciones, decisiones y gazapos que ha cometido Correo a lo largo de su infame trayectoria. Esto a partir de su portada del día de hoy (juergues 26 de mayo de 2012), que no hizo sino recordarme por qué le tengo tanta tirria; en ella se exhibe la siguiente foto tomada al Presidente del Congreso, Daniel Abugattás:
El titular que acompaña a la imagen reza, en letras de gran tamaño: "SE REGALA PARA PREMIER". Ahora, yo no soy dueño de la verdad, pero noto en la selección y distribución de los elementos cierta malicia, cierto doble sentido que, lindando con lo sexual, busca la deslegitimación de una autoridad a partir de una expresión muy -pero, realmente, muy- fuera de contexto. El titular, a su vez, viene acompañado, en una esquina, por un pequeño rectángulo en donde figura la interrogante: "¿Tras pésima gestión en Congreso?". Aquí, claro, los signos de interrogación son completamente innecesarios, y solo son usados para evitar cualquier amenaza de denuncia por parte de los agraviados, procesos que además son pan de cada día para un diario tan "osado" (por decirlo de una manera bonita).
Yo no tengo nada en contra del periodismo pícaro. De hecho, considero que el humor es quizás la herramienta más genial para decir una verdad ignorada por muchos, pues bien dijo Nietzsche, el filósofo alemán más indispensable para el siglo XIX: "Todas las grandes verdades gozan del imperio de la impopularidad". Pues, en ese sentido, como dije, el humor y el juego de palabras -¿nadie recuerda las genialidades lingüísticas de Capulina y, mucho antes, del increíble Cantinflas al momento de justificar sus intenciones?- pueden ser elementos que permitan una inserción en nuestra dimensión más profunda, una de las mejores terapias para autoconocerse y, por qué no, también entender al resto. Sin embargo, esto no es humor. Portadas como estas no causan gracia, sino que atizan fuegos, climas de incorfomidad política, mediante el insulto. ¡Estamos tan acostumbrados al "humor" de alcantarilla! Por más opositoria que sea la postura o la ideología de una autoridad, cierto grado de respeto es aún posible, y debe ser mantenido en todo momento, incluso al momento de reclamar, de expresar nuestra inconformidad; porque finalmente, señor lector, no hay democracia sin respeto ni tolerancia.
Dada la primera perla, continuemos con otras joyas.
1) El problema del caviarismo y la verdadera derecha cobardona.
Algo de ruido hicieron las redes cuando Pablo Quintanilla, Ph.D. en filosofía por la Universidad de Virginia y actual Decano de la Facultad de Letras en la PUCP, respondió a un artículo de Aldo Mariátegui, director del libelo en cuestión. La historia va así:
El pasado 22 de abril, el señor decano publicó, en el joven -y éste, créanlo o no, no es un adjetivo negativo- "Diario 16" un artículo sobre la verdadera historia de la acuñación del vocablo "caviar". El señor Mariátegui adora usar esta palabra, y parece ser que ignora completamente su significado, pues el ilustrado artículo concluye, tras una enciclopédica argumentación, en todo lo contrario a lo estipulado por el principal usuario del término. El artículo, que puede ser consultado aquí, reza:
"En el contexto francés el término sugiere incompatibilidad entre ser burgués y tener convicciones políticas de izquierda; en el caso peruano esa connotación también está presente, pero no parece lo principal. De hecho, muchos de quienes son acusados de caviares son de clase media, pero los hay también de extracción popular. Quienes usan el término en el Perú lo emplean sobre todo de manera ideológica y aludiendo a una supuesta inconsistencia existencial: se califica a alguien de caviar si tiene opiniones de izquierda pero vive con cierta comodidad; por ejemplo, si tiene una casa, un auto y manda a sus hijos a un colegio privado. Es evidente que aquí no hay incompatibilidad de ningún tipo, lo que hay es solo supervivencia, pero me parece que en el Perú el solo uso de la palabra implica cierta mauvaise foi, en el sentido habitual y en el sartreano: mala intención y autoengaño".
La respuesta del director del libelo no se hizo esperar. No obstante, su columna carecía de argumentos, y se dedicaba casi exclusivamente al triste vilipendio del filósofo, a la fácil imprecación contra el decano. Pero hay quizás algo peor: Aldo Mariátegui, que había publicado una columna llamada "Derecha cobardona", parece haber augurado su propio futuro, puesto que, en un desesperado y "cobardón" intento de no llamar a la atención, borró su réplica al artículo de Quintanilla horas después. Es por eso que no tengo manera de colgar el link, pero alguien por ahí ha de tenerlo. De ser así, les invoco a que me lo manden como comentario.
Pablo Quintanilla, por otro lado, sí llegó a leer la respuesta de Mariátegui, e hizo lo propio en este artículo, donde, una vez más, desmiente todos los "argumentos" de Aldo Mariátegui. Escribo "argumentos" entre comillas porque considero que decirle a alguien que tiene “cara de cura de manual” no califica como uno.
La polémica aún continúa, hoy mismo el decano ha vuelto a hacer sentir su conocedora voz en otro artículo-respuesta. Para muestra de la preparación de Quintanilla y el oportunismo del libelo, un botón:
"[Aldo Mariátegui] Lamenta que mi doctorado sea en la Universidad de Virginia que, dice él, “no pertenece a la Ivy League” estadounidense. No sabe que la Ivy League reúne solo a universidades privadas del noreste y que la Universidad de Virginia es estatal y está al sur; tampoco sabe que está considerada entre las mejores universidades de EEUU".
Como dicen muchos internautas: PWNED!
2) La camioneta y la mentira sin decoro
El 27 de marzo, casi un mes antes del incidente Quintanilla, el libelo mintió. Una vez más, no le bastó ser lacónico, y se mandó con una mentirota como titular del día: "¡Qué tal cañaza!", refiriéndose a la supuesta adquisición de una moderna camioneta valorizada en nada menos que ciento nueve mil (109 000) nuevos soles. La estrategia parecía eficaz: deslegitimar a una autoridad de izquierda, que siempre hace de los pobres el centro de su discurso, con la compra de un muy costoso vehículo oficial.
El tiro le salió por la culata cuando Eduardo Zegarra, el teniente alcalde del municipio limeño, desmintió a Mariátegui al anunciar que la adquisición del vehículo había sido efectuada durante el gobierno de Castañeda. En esa línea, instó al libelo a rectificarse en un titular de igual proporción; de lo contrario, tomaría las medidas legales correspondientes, como debe ser cuando alguien usa el engaño para llenarte de barro. Puedes revisar un breve repaso del incidente aquí. Y dejo un video con las declaraciones del primer regidor edil:
Están tan acostumbrados al dolo que parecerían haber tenido ya la rectificación lista, pues al siguiente día hicieron un mea culpa que, seguramente, le dolió en el alma al orgulloso director (aquí, las risas son bienvenidas).
3) Racismo vil
Recientemente falleció el polemista Andrés Bedoya Ugarteche. Para los que no están familiarizados con el nombre, se trata de un ¿sexagenario? arequipeño que, aunque por un lado muy brillante, azuzaba la violencia en pos de la supremacía de una raza. Era racista, pues. Vaya que lo era. Traten de adivinar en qué medio de comunicación deambulaban sus patéticas columnas (no es tan difícil). Correcto: en Correo. La columna de Bedoya, llamada "La Ortiga", era tan nefasta que, entre sus galardones, figuró alguna vez el de "Columna más racista del mundo", otorgado por la reconocida ONG "Survival" . Échenle un ojo.
A pesar de todo esto, yo lamento su partida. El señor Bedoya era, muy aparte del contenido de sus opiniones, una persona muy culta, porque ambos lados de la moral tienen sus genios, ¿o quién puede negar que alguien tan sangriento y vil como Vladimiro Montesinos no fue, precisamente, un genio del terror? Los que no soporto son los polemistas huecos, verbigracia el director del libelo, que hablan y hablan pero nunca dicen nada. Además, la responsabilidad de la publicación de una columna que incitaba a arrojar napalm a los "salvajes" manifestantes en Bagua cae enteramente sobre los hombros del Sr. Mariátegui. Para quienes deseen conocer un poco más del apodado "Ogro Bedoya" (QEPD), les dejo una de las últimas entrevistas que concedió en vida. Gracias a la revista DEDOMEDIO.
Continuemos.
4) Racismo vil II
Como si no fuera suficiente con "La Ortiga", y como para no quedarse atrás, el mismísimo director, tantas veces mentado en este post, también publicó un titular de corte racista, arremetiendo una vez más contra una autoridad democráticamente elegida como la ex congresista Hilaria Supa. En la noticia se hacía escarnio de las dificultades que tiene la representante para escribir en español. Yo le digo: ¿No será, acaso, porque éste no es su idioma materno? La congresista nació en un ambiente quechuahablante. El español, en consecuencia, es un idioma adquirido, y como tal, permanece en constante desarrollo. En suma, Mariátegui (o, siendo más específicos, el redactor de la nota, Agustín Chávez) alude a un prejuicio muy popular entre los más grandes racistas del mundo, un razonamiento falaz con que permite, por n vez, difamar: ¿en qué momento la ortografía fue se convirtió en una suerte de medidor de la capacidad intelectual de las personas? O, como anota más prolijamente Gustavo Faverón en este artículo:
"Algo más: en el punto al que han llegado desde hace mucho los estudios en el campo lingüístico, hay que ser profundamente ignorante para sugerir la idea de que la performance de una persona en su uso de la lengua es un índice de su inteligencia.
(A propósito, leer a Stephen Pinker y su extraordinario y tremendamente didáctico The Language Instinct).
La mejor prueba, claro está, la encontramos en la columna en que Mariátegui toca el tema de Supa: no hay un solo error sintáctico u ortográfico en el texto de Mariátegui, y, sin embargo, todas y cada una de sus ideas son de una vergonzosa imbecilidad".
5) Estafa comercial
Finalmente, aunque no abunda mucha documentación al respecto porque se trata de un tema poco sonado, salió hace poco una colección de supuestos "clásicos del rock". Tomemos, para graficar mejor el punto, el disco de The Beach Boys que lastimosamente llegué a comprar:
Se ve claramente la palabra "Correo", ¿verdad? La colección, efectivamente, contenía a bandas clásicas del rock mundial (Bob Marley, Bob Dylan, Santana, entre otros); sin embargo, prácticamente ninguno de los CDs contenía una sola canción "esencial" (así lo publicitaba el anuncio) de dichos rockeros. En el caso que tratamos -Beach Boys-, no figuraba en ningún lado "Wouldn't It Be Nice" ni "God Only Knows"; en el disco de Santana, menos de 3 canciones eran propias, las otras eran burdos covers que nunca llamaron la atención (creo que hablo a nombre de muchos). La colección escaseaba de verdaderos temas esenciales, y Correo llevaría todo eso a un nivel mucho más alto cuando, en las poquísimas canciones conocidas del disco de Bob Dylan (a quien yo admiro por sobre todo artista, y del cual hablaré en posteriores ocasiones), la calidad del sonido era, sin exagerar en lo más mínimo, equivalente a la de un VHS pasado a DVD, pasado de nuevo a VHS y arrojado desde un quinto piso. No se reconoce ningún instrumento. Pensé que era cosa mía, pero conversé con amigos que me confirmaron que se trataba de una "curiosa" característica de la coleccción. Una porrrrquería. Sí que sí.
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Nada más, por el momento, tengo que decir del libelo Correo. Me quedo con una reflexión de Pablo Quintanilla, una víctima más de la lengua sucia de Mariátegui, e invito a la población a comprar periódicos de calidad, para incentivar el periodismo correcto en nuestro país. Como dije alguna vez, no se trata de una diferencia ideológica -la ideología de Mariátegui creo que son los Teletubbies-, sino de una cuestión de moralidad periodística, de cierto respeto mínimo que se debe tener a la verdad, a los valores, al profesionalismo. Ya veremos con qué nos viene Correo mañana, pero sólo veremos, porque nadie debe gastar plata comprando cosas que estupidizan a la gente.
"La solución está en manos de los propios periodistas. Si quieren que su profesión se convierta en un lodazal, bien podrían dejar las cosas como están. Pero si consideran que el periodismo tiene una responsabilidad fundamental en la generación de opinión inteligente, cultivada y lúcida, deberían desarrollar mecanismos más precisos y eficientes para poner al descubierto a quienes los desprestigian y hacen que los lectores se acostumbren a leer textos que son atentados directos contra las neuronas. Naturalmente, tales mecanismos no deben ser ni censuradores ni represivos, pero sí deben ayudar al lector a discriminar el grano de la paja. ¿No debería haber, por ejemplo, una institución independiente que mida y jerarquice el grado de confiabilidad de los medios de prensa?" - Pablo Quintanilla, decano EEGGLL (PUCP)